jueves, 28 de julio de 2016

La matriz “colonial del poder”: el “rostro oculto” de los indígenas

por Ursula Urbancic
TM Ciclo lectivo 2015

La modernidad fue por largo tiempo considerada como la etapa del desarrollo de la civilización y del progreso humano. Hoy sabemos que tuvo su “lado oscuro”, el que Mignolo (2010) señala como la colonialidad. Se trata de dos caras de una misma moneda y las cuales se pertenecen mutuamente. Sin colonialidad no hay modernidad. Dussel (1994) llama a esta otra cara los “rostros ocultos” de la modernidad. En el siguiente trabajo desarrollaremos uno de estos rostros ocultos que es el de los indígenas.
Dussel realiza una importante distinción entre la época colonial y lo que ocurre en el siglo XIX con el desarrollo del imperialismo y las ciencias. Señala que durante la época colonial se dominó a los indios de forma sistemática pero se les continúo permitiendo cierto uso comunitario tradicional de las tierras y una vida comunal propia. El golpe fatal lo recibirá del liberalismo del siglo XIX que pretendió imponer otra forma de concepción de la vida, “ciudadana”, individualista, comenzando a imponer la propiedad privada del campo, y luchando contra la “comunidad” como modo de vida, al que estaban acostumbrados los indios.
En el siguiente trabajo nos referiremos entonces a este segundo momento de la colonialidad que tuvo un carácter realmente fatal para las poblaciones originarias. Trabajaremos a partir de la Conquista del Desierto llevada a cabo por Roca a partir de 1880 en la Patagonia Argentina. Pero más que en la conquista nos centraremos en la persona de Francisco Perito Moreno (1852-1919), geógrafo, geólogo, paleontólogo y antropólogo. Por tal motivo el análisis que haremos se va a centrar en el desarrollo de las ciencias como colaboradora de esta otra cara de la modernidad, la colonialidad, y en especial de la antropología, una disciplina que como afirma  Quijada  (1998) aspiraba a obtener el carácter de ciencia natural. Quijada analiza una interesante cuestión y es el hecho de asociar a Perito Moreno con la construcción del Estado nacional.
La construcción del Estado nacional Argentino estuvo íntimamente ligada a la Conquista del Desierto. La necesidad de ganar tierras para la producción ya que en ellas vivía una “raza inferior” cuyas tierras permanecían improductivas, y la de crear una identidad homogénea argentina llevaron al exterminio cultural y físico de los indígenas. Quijano cataloga este proceso histórico de formación del Estado nacional como proceso de homogeneización cultural (racial) por medio de un genocidio masivo de la población aborigen. Estos son los casos de Argentina, Chile y Uruguay. La imagen de la barbarie y el desierto justificaron la aniquilación y el sometimiento, y dieron lugar a la colonización. 
Caviglia (2012)  señala que la ocupación militar destruyó un sistema cultural, vasto y dinámico, que nunca pudo recuperarse y, casi ningún grupo, pudo permanecer en sus tierras originales. Fueron desplazados y marginados a las zonas cordilleranas más inhóspitas o a los parajes más desérticos de la meseta. Así, un proceso de poblamiento iniciado doce milenios atrás fue quebrado en pocos años. Naturalistas y científicos acompañaron este proceso en servicio de la ciencia y, en definitiva, en servicio de un proyecto político.

Libro Titulado "Las razas humanas", 1921
Es muy importante tener en cuenta el contexto en que se desarrollaban las ciencias y el apogeo de la teoría de la evolución de Darwin que pasó del campo biológico al social, con resultados funestos. El interés por el estudio de los restos humanos indígenas se basaba en una concepción difundida de la antropología evolucionista del siglo XIX, que consideraba que los grupos indígenas contemporáneos constituían fósiles vivientes que representaban los estadios más primitivos de la evolución humana. Francisco P. Moreno consideraban que los esqueletos patagónicos podrían ayudar a revelar el origen del hombre en el territorio americano. Moreno pretendía además demostrar el interés que para los argentinos tiene el pasado más remoto de nuestros precursores en este suelo, como base de nuestra historia. Aquí nuevamente observamos la interrelación que existía entre la ciencia y la construcción del Estado Nacional.
Quijada señala que con el desarrollo científico se produce una mutación en la concepción que se tenía sobre el indígena. Para la Argentina de ese momento el indígena podía ser una “salvaje” pero no un representante de lo “exótico” como sería más tarde a partir de la mirada de la ciencia. Más aún, el indígena como menciona Quijada tenía un protagonismo político a nivel local, por ejemplo en la cuestión limítrofe entre Chile y Argentina.
Para el logro del desarrollo del “progreso y la civilización” había dos caminos para los indígenas: o su extinción física, o su asimilación a la cultura civilizadora. Esto último implicaba convertirlo en trabajador productivo, escolarizar a sus hijos, anular su organización tribal y borrar sus costumbres e incluso su lengua.
La importancia de Perito Moreno radica además en que fue el fundador del Museo de La Plata. Los museos cumplieron un significativo papel en la construcción simbólica de las naciones modernas. Como señala Mignolo se trata de instituciones donde se honra y se expone la memoria occidental, donde la modernidad europea conserva su tradición (la colonización del tiempo) y además donde se reconoce la diferencia de las tradiciones no europeas.
Como afirma Quijada no han sido meros “templos del saber” sino que tuvieron un  papel significativo en la construcción de las naciones al actuar como organizadores y unificadores materiales de los imaginarios colectivos, al servir de instrumento para la incorporación, por parte del conjunto de la sociedad, de los valores y la particular cosmología de las élites.
Moreno dice que la fundación del Museo de La Plata estaba destinada a “contener la Historia Física y Moral de la República Argentina y del continente sudamericano a través de los tiempos
El Museo tenía la función socializadora de exhibir públicamente las colecciones en las que se plasmaba esa Historia Física y Moral, organizándola evolutivamente según los criterios más modernos de la época. Se trata de un centro físico donde se articulaba la construcción nacional con una práctica científica que actuaba como su fuente de legitimación.
Moreno también señaló: Sin el conocimiento paleontológico y antropológico de la que es hoy la República Argentina, no es posible trazar, ni siquiera a grandes rasgos, el pasado de América (… y) esto sólo puede hacerse examinando las riquezas acumuladas en el Museo público de Buenos Aires, hoy Museo Nacional, y en el de La Plata
No resulta extraño entonces que una parte fundamental del Museo estuviera destinada a las colecciones de antropología física y cultural de los pueblos indígenas sudamericanos. La colección iba según Moreno “desde el hombre testigo de la época glacial hasta indio últimamente vencido”
Estos restos del indio “últimamente vencido” fueron los de un cacique Inacayal que junto con su familia fue “rescatado” por Francisco Moreno de la isla Martín García adonde había sido deportado al finalizar la Campaña del Desierto como prisioneros de guerra, y llevado al Museo de La Plata. Inacayal fue un cacique Gününa Küne–tehuelche- que nació en Tecka, Chubut, ca. 1833. El interés de Moreno radicaba en que los consideraba como  “muestras vivientes de estadios culturales en vías de extinción” y que tenían una suma importancia para los estudios antropológicos, tanto físicos como culturales (costumbres, creencias y sobre todo artesanías).
DE LA COLECCIÓN DE FOTOGRAFÍAS ANTROPOLÓGICAS: INACAYAL
Este caso de alojamiento de indígenas en un Museo antropológico no es único. Las llamadas "exposiciones etnográficas" o "aldeas negras" estuvieron muy de moda en el mundo occidental desde principios de la década de 1870 hasta 1930. Fue una práctica muy extendida durante el último cuarto del siglo XIX especialmente en Europa donde grupos étnicos eran transportados desde otras áreas de la tierra para su exhibición, mostrando su carácter físico, hábitat, vestimenta e industria.

CARTEL ANUNCIADOR DE LA EXHIBICIÓN DE LOS GALIBIS 
EN EL JARDÍN DE ACLIMATACIÓN DE PARIS, 1882

INDIOS ONAS (selk´nam) 
LLEVADOS A PARÍS POR M. MAITRE EN 1889
Fueron varias las razones que llevaron a desarrollar este tipo de exposiciones. Por un lado, los países imperialistas deseaban demostrar su capacidad de expansión supranacional. Hay que tener en cuenta que en la Europa de ese momento el término “imperialismo” era un concepto ampliamente aceptado por la población. Se quería además satisfacer el gusto por lo exótico y por último demostrar el camino transitado por los grupos superiores en el camino hacia el progreso. Fueron expuestos los siguientes grupos étnicos: cingaleses, kalmukos, pieles rojas, congoleños, oromos, pigmeos, bosquimanos, incluso gauchos rioplatenses y obviamente indígenas americanos como los fueguinos, tehuelches y mapuches. Muchas veces se trataba de exhibiciones itinerantes que se desarrollaron en 1879 en Berlín, 1881 y 1883 en París, en 1887 en Madrid, entre otros. A las razones mencionadas anteriormente se suma el interés científico donde se los convertía en arquetipos de su raza. Los tratos que recibieron fueron realmente inhumanos. Todavía hoy muchos de sus esqueletos se encuentran en los depósitos de los sótanos de los museos.

EL PRESENTADOR DE LAS EXPOSICIONES
 GUILLERMO ANTONIO FARINI 
POSANDO JUNTO A PIGMEOS DEL ACUARIO 
REAL DE LONDRES

UNA POSTAL CON UN PEQUEÑO 
GRUPO DE PIELES ROJAS EXHIBIDOS EN 1911

En el caso del Museo de La Plata había un total de 12 personas viviendo allí y formaban parte de la colección viviente de Moreno. Durante el día se les permitía transitar los pasillos del edificio del bosque platense, que todavía estaba en construcción. Pero de noche eran encerrados en una habitación del subsuelo. Las mujeres se ocupaban de la limpieza del museo, el lavado de las ropas del personal y la confección de telares para la venta; los hombres cumplían tareas como cavar pozos, limpiar los desagües cloacales y trabajar en la construcción del edificio que recién finalizó en 1889.
Como parte de la colección viviente del museo, eran examinados desnudos por científicos que concurrían a verlos. También se los fotografiaba o se los retrataba lo que implicaba que se quedaran quietos durante horas frente a un pintor.
En 1888 muere Inacayal en el Museo de La Plata. Sus restos no fueron enterrados. Al igual que lo sucedido con otros miembros del grupo fallecidos en el museo (como el caso de su mujer), sus huesos, cerebro y cuero cabelludo, pasaron a formar parte del Departamento de Antropología del Museo de La Plata y fueron exhibidos en la Sala de Antropología hasta 1940, en que fueron guardados en sus depósitos. Inacayal terminó constituyéndose en pieza de museo y fue expuesto junto con el cráneo del “primer hombre americano”, el patagón antiguo. 

Observamos entonces que esta modernidad que se presentaba tan ilustre, ocultó una serie de crueldades contra los que no eran como ellos, contra esos “bárbaros” y “salvajes”. La ciencia y el Estado nacional fueron colaboradores del proyecto de la modernidad y utilizaron a los indígenas para mostrar su hegemonía, su desarrollo y progreso, esa civilización de una raza superior. 

Pero en la realidad ¿quiénes fueron los bárbaros?  



Lamento por los indios de Tierra del Fuego
“¿Cómo hablar de los selk´nam, los haush, los yámana y los alakulufes?
Fueron pueblos poderosos porque no sólo llegaron sino se quedaron en las tierras más inhóspitas del mundo.
Eso lo lograron gracias a su coraje para arrancar sustento de los mares alborotados, de los bosques nevados, de las pampas abatidas por vientos helados. (…)
Eran bravos, duros enemigos y tenaces.
Pero también se amaron y amaron sus islas, cordilleras cuyas cumbres no se hunden en los mares glaciales. Amaron sus bosques donde anidan pájaros multicolores. (…)
Fueron. Ya no existen sino unos cuantos, cuyos padres o abuelos eran aquellos que “se fueron.
Hace fines del siglo diecinueve de la era cristiana, desembarcaron en sus islas unos hombres extraños; armados de balas, de venenos, de afán de riquezas.
Se apropiaron de las tierras que luego “limpiaron” para explotarlas sin amarlas.
Después se jactaron de pioneros, de civilizadores, de sacrificados, servidores, de arquitectos del futuro, de constructores de naciones. (…)”

BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA
  • Caviglia, Sergio E. Por la restitución completa de los restos de Inakayal, miembros de su familia y su comunidad. Rawson, agosto de 2012.
  • Dussel, Enrique 1492: el encubrimiento del otro: hacia el origen del mito de la modernidad, La Paz, UMSA. Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación, 1994.
  • Mignolo, Walter. La colonialidad: la cara oculta de la modernidad en Desobediencia epistémica. Retórica de la modernidad, lógica de la colonialidad y gramática de la descolonialidad. Buenos Aires, Ediciones del Signo, 2010
  • Quijada, Mónica. Ancestros, ciudadanos, piezas de museo. Francisco P. Moreno y la articulación del indígena en la construcción nacional argentina (siglo XIX). Estudios interdisciplinarios de América Latina y el Caribe 9 (2), 21-46., 1998.
  • Terán, Oscar. Historia de las ideas en la Argentina. Diez lecciones iniciales, 1810-1980.  Bs. As., Siglo XXI, 2008.


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